Tras un accidente de tráfico, además de los daños físicos propios del accidente, también pueden aparecer daños o secuelas psicológicas.
Es frecuente que se dé, además de otras, sintomatología ansiosa: fobia a los accidentes y Trastornos de Estrés Postraumático (Taylor y koch, 1995). Este último puede afectar al 29% de los implicados (Bryant y Harvey, 1995).

Es por ello que en la actualidad se solicita la intervención del Psicólogo Forense en estos casos, para evaluar el daño que se ha producido a nivel psicológico, el cual es tenido en cuenta debido a que éste puede alterar en cierta medida la vida de las víctimas de los accidentes.
El Trastorno de Estrés Postraumático tras accidentes de tráfico (DSM-V) se caracteriza, a grandes rasgos, por la aparición de estos síntomas durante más de un mes:
Reexperimentación: Se revive el hecho en forma de recuerdos recurrentes, sueños y pesadillas.
Evitación de aquello relacionado con el accidente: conversaciones, actividades, lugares o personas que le llevan al recuerdo del hecho, ya que ello le provoca malestar.
Hiperactivación: Aparece insomnio o dificultad para mantener el sueño, irritabilidad, falta de concentración y respuesta de alarma exagerada.
Estos síntomas pueden llevar a que los sujetos víctimas del accidente, no puedan resolver su vida diaria con normalidad.
Es por ello que el psicólogo forense tratará de evaluar con precisión el daño o secuelas derivadas del hecho y en qué medida afectan a su vida personal, social y laboral, entre otras.
Debido a la importancia de este tipo de secuelas, la DGT ha puesto a disposición de la ciudadanía un artículo sobre las secuelas emocionales de las víctimas.
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